Llegado el invierno también llega la nieve. Una excursión a la nieve con los niños es una actividad estupenda con la que divertirnos, practicar deporte o disfrutar de la naturaleza de una forma distinta.

Pero para que la excursión no resulte una catástrofe, antes de ponernos rumbo a la nieve, debemos tomar una serie de precauciones para que la jornada transcurra sin incidentes.

–La ropa:  debe ser siempre impermeable y especial para la nieve. No debemos abrigarlos en exceso porque sudarán y luego, ese sudor, se convertirá en humedad que les podrá provocar los temibles resfriados.

–Los bebes, debido a que prácticamente no se mueven, deben ir bien abrigados.

–Equipamiento de seguridad, adecuado a su edad. Los esquís y las botas deben ser acordes al nivel, altura y peso del pequeño y las tablas tienen que llevar la atadura a la presión adecuada al peso del niño. Siempre se debe esquiar con casco para evitar posibles lesiones.

–Protección solar:  La nieve no absorbe los rayos solares, al contrario, los rechaza por lo que los estaremos recibiendo de forma continua, pudiendo llegarnos a quemar la piel. Para evitar esto debemos elegir el factor de protección solar (FPS) según el tipo de piel, el color, la edad y la resistencia de cada persona a la exposición solar.

– Hidratación. En la nieve no se siente sensación de sed, pero el cuerpo sí se deshidrata. Por eso , de vez en cuando, debemos beber agua para hidratárnos.

—Evitar accidentes: Hay unas reglas básicas que deben respetar tanto niños como adultos: ir a una velocidad controlada; respetar al que va delante que tienen preferencia sobre los que van detrás; no acceder ni esquiar en las zonas no apropiadas a su nivel;..

—Descanso: Entre unas sesiones y otras, cada cierto tiempo, se debe hacer una parada y descansar.

—Alimentación. Se deben respetar las cinco comidas. El desayuno a de ser abundante, el almuerzo (consistirá en un tentempié en la pista, la comida (no muy abundante), merienda y cena.